sábado, 3 de noviembre de 2012

"Para ti mamacita"

Estaba en Cali mientras yo estaba en Bogotá. Cada vez que se iba sentía que una parte de mi no funcionaba bien. No estaba completa. La esperaba con ansias locas de verla cuando volvía a contarme sus historias con su familia y el estrés de la vida cuando eres una persona responsable en tu casa. Cada viaje era muy agotador. Volvía con el corazón y el cuerpo agotado, pero contenta de pasar un rato con los que amaba.

Ese viaje era largo y habíamos planeado que en la mitad del mismo nos encontraríamos en Popayán. Yo necesitaba vacaciones con urgencia, salir con ella y pasar tiempo lejos de la ciudad. Así fue, y en el puente, justo en la mitad del viaje, llegué a Cali. El viaje se demoró más de dos horas en arrancar, la llegada del aeropuerto al terminal fue casi imposible, y por los retrasos me quedé sin dónde pasar la noche. Acudí a un hostal conocido, casi pierdo el celular, hasta que pude por fin dormir. Esa noche casi no puedo dormir pensando en verla al otro día.

Salí temprano, desayuné y arranqué para el terminal con una presión doble en el pecho. Iba a conocer un lugar de Colombia de su mano y de la de su familia, que tan bien me había recibido. Llegué por fin a Popayán, y fuimos felices un puente completo. Me devolví a Bogotá dejando mi corazón en Cali, con las ganas de volvernos a ver.

Esa noche ella estaba en Cali, ya pronto iba a volver y yo me tomaba unos tragos con amigos. Vibró mi celular. Era un mail de ella. El título era "Para ti mamacita". Lo abrí. Decía "Dicen mis colegas que una imagen vale más que mil palabras". Me pregunté qué era, pero escondí el celular para que nadie más me viera abriendo la imagen adjunta. La imagen era una foto de ella, perfecta, haciendo pucheros, tomada desde el ipad. Se me subió y bajó todo. No pude volver a pensar con claridad aquella noche.

Le respondí en el email que yo no entendía muy bien qué había sido aquello que ella había visto en mi para darme la felicidad de estar a su lado. No se si fue mi sonrisa, no se si fue nuestra forma de bailar. Nunca lo sabré. Mi mamacita, la única mamacita del mundo mundial para mi, había decidido un año antes que iba a estar conmigo, y yo me sentía llena, completa, en el lugar que era; la razón de mi vida era verla, en esos momentos diarios, verla dormir, verla respirar, escucharla; sus besos, sus abrazos, su risa. Ella era la razón de mi existir.

Me encuentro con la foto hoy. Ella está en Bogotá y yo también. De hecho, nos separan como 15 cuadras nomás. Me desespero pensando que ya no está más en mi vida, que son todas fotos y recuerdos de una vida que ya no es mia, y que yo los veo como un fantasma, con eso que quedó de mi sin mi razón de vivir. La verdad es que la extraño todo el tiempo, no hay más que decir. Existen todas las razones, las argumentaciones para dejarla ir, y yo sigo sin querer rendirme, aquí, a 15 cuadras de su casa.

Hoy pasé por aquí, como Pedro Guerra, pasé por acá porque vi la luz prendida. Pasé por aquí porque te extraño. Mamacita, te extraño.


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