domingo, 21 de agosto de 2016

Valientes

Todo el mundo me pregunta por ti. En este tiempo me he encontrado con gente que no veía hace años, con gente que he visto poco, e incluso con gente con la que me veo más regularmente y todos preguntan por ti. Puede ser a la primera, segunda o tercera pregunta, pero siempre llega la pregunta.  Luego estoy ahí, tratando de responder de la manera más sensata y de no dar tantos detalles sobre la razón de nuestra distancia sin romperme en llanto y con una sonrisa en la cara de esperanza.

Todo el mundo queda sorprendido, nadie sabe bien qué decir. Yo no se bien qué decir. Es difícil cambiar de tema, entonces termino hablando con otras gentes sobre nosotras, y lo que creo son nuestras esperanzas en todo esto. Hablo de esperanzas porque aún creo que las compartimos, que en esta distancia, estamos unidas.

Todo el mundo dice que somos racionales.  Dicen, entre otras, sorprendidos, que estamos haciendo un ejercicio racional centrado en el amor, que vamos a salir fortalecidas y que nos encontraremos nuevamente siendo mejores personas y así, una mejor pareja la una para la otra.

Todo el mundo dice que somos valientes. Creo que no ha habido una sola persona a la que le haya contado sobre este experimento y no me haya dicho "oye, impresionante, son muy valientes". No sé si lo somos. Tampoco sé si no. Pero tengo algo claro: tomamos una decisión. Decidir, ese acto que parece tan simple pero que implica llenarse de valor y enfrentar las consecuencias de los actos que emprendemos. Si decidir es de valientes, somos valientes.

Nunca se qué responder a nada. A veces explico más, a veces me guardo las explicaciones porque estoy muy ocupada tratando de que no se me note el miedo. A los valientes nos da miedo. Los valientes también llegamos en la noche a un lugar que ya no es nuestro hogar (pero que grita tu nombre) para no encontrar una casa, sino unos muebles, unos libros, unos electrodomésticos, una cama, dos gatos necesitados de amor y el miedo. No un hogar, aunque sea el mismo lugar. Nos dan miedo las decisiones y sus consecuencias, nos aterra equivocarnos y estar convencidos de que esa es la salida. Dudamos. Cuestionamos. Pensamos. Reflexionamos. Hacemos todo el ejercicio de pensar una y otra vez nuestras decisiones, pero las mantenemos. Los valientes vemos el miedo a la cara y no le volteamos el rostro, no bajamos la mirada; la mantenemos y lo enfrentamos.

Yo no sé si somos valientes, y no sé tampoco cuales van a ser las consecuencias de nuestra decisión, pero desde ya, dándole la cara al miedo te digo: amo ser valiente contigo.

martes, 13 de mayo de 2014

"No habrá un buen final, sólo sabemos comenzar"

Laura me lo advirtió hace muchos años: "Cerati es mejor en solitario que cuando estaba en Soda". Era el 2006 y Cerati estaba en la gira de "Ahí vamos", Laura compró emocionada su boleta para el concierto que se llevaría a cabo en la Plaza de toros La Santamaría el 7 de septiembre de 2006.   Al día siguiente, un viernes, Laura llegó extasiada a clase. Sin dudas afirmó que era el mejor concierto al que habia asistido hasta ahora.

Siempre le pelié, pero le pelíé sin argumentos. Me acerqué a Soda Stereo cuando era una banda disuelta. Nunca los había visto y nunca los iba a ver en vivo. En cambio Laura tenía a Cerati vivo, produciendo, en tarimas, cantando. No había competencia justa.  Soda se despidió en el 97 con un "gracias, totales" histórico que yo repetía incansablemente al escuchar los dos CDs de El Último Concierto. Discos que aún sobreviven y cuyas cajas están rotas.

Entonces pasó lo impensable: Soda se reunió 10 años después, y nació la gira "Me verás volver". 4 localidades en el Simón Bolivar se llenarían el 24 de noviembre de 2007 con 52mil almas. Las primeras tres localidades estaban a un valor impensable para un par de estudiantes de universidad pública que recibían menos de 50mil pesos a la semana. Por cosas del azar y del destino, en una historia digna de un post separado, conseguimos 4 boletas para el gallinero: 2 en La FM y 2 compradas. Por fin le demostraría a Laura que Soda Stereo era más que Cerati en solitario.

Lloramos en el Simón Bolivar. Era la culminación de un sueño que nunca pensamos que podría pasar. Quién se imaginaría que 10 años después Soda se reuniría y todas esas canciones repetidas y aprendidas durante años podríamos tararearlas en vivo y en directo. Cerati,  Zeta y Charly se veían chiquiticos a lo lejos, pero sus voces permanecieron en el corazón por muchos años.

Extrañamente, justo después de Me verás volver, volví a escuchar a Cerati en solitario. Ya en el colegio había explorado Amor Amarillo, Bocanada y  Siempre es hoy, pero sus letras y la música en general me parecían muy electrónicas, por lo que se salían de mi gusto medio rockero de la época. Sin embargo, durante el 2007 y el 2008 algo cambió dentro de mi, no en Cerati por supuesto, y me encontré con Ahí vamos. El disco me absorbió completamente, y permitió que mirara hacia atrás y encontrara la discografría completa de Cerati como parte fundamental de mi vida.

Casualmente, el 2009 Cerati lanza lo que es por ahora, y creo que ya será así, su último disco: Fuerza Natural. Se han dicho toda suerte de cosas sobre ese disco: que Cerati predecía su destino, que veía la luz, que se estaba despidiendo. Nunca lo vi así, y sin embargo, cada canción me caía como anillo al dedo. Con Fuerza Natural terminé de enamorarme de ese Gustavo creador de letras perfectas.

"Lauri, me cuesta mucho comparar al Cerati en solitario y al que estuvo en Soda, pero en cada escenario es un artista completamente diferente. Me enamoré del Gustavo Cerati en solitario. Gracias". Pensé, y le dije algo así.

El jueves 13 de mayo de 2010 Cerati llegaba a Bogotá para su gira de Fuerza Natural. Con la emoción en la piel, compré la boleta un mes antes, y salí temprano de la oficina para llegar al Coliseo Cubierto El Campín a las 5pm. Cerati salió vestido de mariachi y abrió su concierto con la canción Fuerza Natural. Por algo más de 2 horas, Cerati nos llevó en un recorrido por toda su discografía, para cerrar en el segundo encore con "Un lago en el cielo" y hacerme llorar de la felicidad.

Dos días después estábamos enterándonos del problema que tuvo en Caracas después del concierto boquiabiertas. Nunca había deseado tanto que alguien se recuperara y siguiera su vida. No ha despertado desde entonces y ya son 4 años, es parte de mi vida y de mi familia. Es un transeúnte más en mi vida, y hoy 4 años después, escribo esto para recordarlo.

domingo, 10 de febrero de 2013

Aforar.

-Aforar-

1. tr. Dar o tomar a foro alguna heredad.
2. tr. Dar, otorgar fueros.
3. tr. Determinar la cantidad y valor de los géneros o mercancías que haya en algún lugar, generalmente a fin de establecer el pago de derechos.
4. tr. Medir la cantidad de agua que lleva una corriente en una unidad de tiempo.
5. tr. Calcular la capacidad de un receptáculo.
6. tr. Fís. Calibrar. (||ajustar las indicaciones de un instrumento de medida con los valores de una magnitud).
7. tr. Col. y Hond. Facturar.
8. intr. Dicho de una decoración teatral: Cubrir perfectamente los lados o partes del escenario que deben ocultarse al público.

La primera vez que escuché esa palabra estaba en primer semestre, laboratorio de Química básica con el profesor Jairo Sánchez. -Para la solución, adicionen 1ml de ácido acético y aforen con agua a 10ml- nos dijo. Aforen... ¿qué es aforar? preguntó algún valiente, porque Sánchez era temido en la carrera. -Pues, que cojan el matraz aforado, adicionen 1ml del ácido acético, y luego agua hasta el aforo, que queda en 10ml; ojo al final, porque ya saben que al adicionar el agua tienen que mirar de frente el material volumétrico, y el menisco debe coincidir con el aforo. Si se pasan, la concentración de la solución es diferente-.

Luego de ese primer encuentro con los materiales volumétricos, los meniscos y los aforos, ya nadie se atrevía a preguntar nada. De hecho, saber aforar, saber hacer una solución, eran habilidades que uno debía traer del colegio. Lo que no se traía del colegio, y se aprendió en cada uno de los más de 10 laboratorios, fue la precisión, disciplina y concentración que se necesita para aforar bien, y para que la incertidumbre del investigador no afecte los resultados obtenidos en algún experimento.


Pasan como 7 años después de esa experiencia aterradora con Jairo Sánchez en un laboratorio del tercer piso del Edificio de Química, y yo te aforo. Te aforo porque tengo dedos gordos que no escriben bien, pero también porque creo que nos estamos calibrando. Nada pasa sin alguna razón, y quiero creer que cada día calculamos la capacidad de lo que sentimos.

Te aforo.



sábado, 12 de enero de 2013

Palabras, palabras, palabras.

"Son, eso sí, el humilde reconocimiento de cuánta verdad hay en la conocida frase, Me faltan las palabras. Efectivamente, nos faltan las palabras. Se dice que en una de las lenguas habladas por los indígenas de américa del sur, tal vez en la amazonia, existen más de veinte expresiones, unas veintisiete, creo recordar, para designar el color verde. Comparado con la pobreza de nuestro vocabulario en esta materia, parecerá que sería fácil para ellos describir los bosques en que viven, en medio de todos esos verdes minuciosos y diferenciados, apenas separados por sutiles y casi inaprensibles matices. No sabemos si alguna vez lo intentaron y si se quedaron satisfechos con el resultado. Lo que sí sabemos es que un monocromatismo cualquiera, por ejemplo, para no ir más lejos, el aparente blanco absoluto de estas montañas, tampoco decide la cuestión, quizá porque haya más de veinte matices de blanco que el ojo no puede percibir, pero cuya existencia presiente. La verdad, si queremos aceptarla con toda su crudeza, es que, simplemente, no es posible describir un paisaje con palabras. O mejor, posible sí que es, pero no merece la pena"

El Viaje del Elefante-José Saramago

Nos faltan las palabras. Y sumamos cuatro de nuevo. Vamos a necesitar veintisiete o treinta maneras diferentes de decir "me encantas", o de tratar de explicar el movimiento energético que se produce al leernos y que baja por la espalda derecho hasta las piernas. Vamos a necesitar todo un nuevo diccionario de palabras y significados si seguimos tratando de describir qué y cómo lo sentimos, o qué tan felices estamos.  Es en sí mismo un sinsentido tratar de explicar con palabras por qué las mismas no alcanzan. Me faltan las palabras (4). Este diccionario como se conoce no me alcanza.

"Si el lenguaje es otra piel/toquémonos más/con lenguajes de deseo"

lunes, 31 de diciembre de 2012

Hello. Goodbye.

Esta vez quiero probar escribir sobre algo diferente, pero la vida se reduce a personas, sentimientos (sensaciones) y acciones. Así que la intención de escribir sobre algo diferente a esos tres elementos de la vida pierde sentido rápidamente.  Entonces, mejor decido, aquí y ahora, escribir en este sitio que ha sido testigo de momentos difíciles de mi vida, una suerte de manifiesto luego del año al que le quedan 7 horas y media.

Hace un par de días estuve en cine y me vi "Life of Pi".  De todo el guión, en el que se teje una historia sobre aquello en lo que creemos y aquello en lo que tenemos fe, la frase del final fue aquella que más me llegó al corazón: "I suppose in the end, the whole of life becomes an act of letting go, but what always hurts the most is not taking a moment to say goodbye". Así, éste, como otros años, fue un año en el que encontré nuevas personas, me reencontré con otras, y dejé ir a otra. Específicamente, dejé ir a una persona.

Llevo pensando dos meses en cómo decir adiós, en cómo despedirse de momentos, de la gente, de las situaciones, y en cómo saludar las nuevas cosas que llegan a la vida. Estos dos últimos meses la vida me ha devuelto personas, me ha permitido conocer personas nuevas y me ha permitido dejar ir sin rencores.  

Es imposible no relacionar la vida con la música, y hoy decido escuchar tres canciones particulares: "Adiós", "Hello, goodbye" y "Me quedo aquí". Trato de escribir algo coherente, pero no ando muy inspirada, y lo único que me permiten concluir esas tres canciones es que hay que recibir lo que viene y a los que vienen con la emoción con la que se recibe un libro (que si es viejo y cuenta una historia, entonces más emoción), que los reencuentros son más emotivos que las despedidas, que siempre hay que procurar decir adiós, y hay que aprender a hacerlo de la manera más tranquila.

Año 2012, y este un pequeño manifiesto de la expectativa que tengo del año que viene. Celebro con ustedes, personas que me leen, los momentos y las decisiones que nos trajeron hasta acá. Celebro las personas que llegaron a mi vida en este año, las que volvieron y las que se fueron. Celebro las lágrimas y las alegrías. Celebro la 14 estrella de Millonarios. Celebro el baile y las caderas. Celebro siempre la música. Celebro siempre los libros. Gracias por leer. Gracias por estar.


martes, 25 de diciembre de 2012

Cuatro.

Cuatro palabras, no se necesita nada más. "¿Quieres ser mi amor?". Cuatro. No se necesita más. 

Los chinos dicen que el cuatro es de mala suerte. Recuerdo estar viendo en el Gourmet el programa de Iwao, haciendo algún sushi o algo parecido, y diciendo que jamás nunca se debe partir -y menos servir- un roll en cuatro pedazos. Dicen que su mala suerte es porque cuando se pronuncia suena parecido a la palabra "muerte". O bueno, eso dicen los buenos colaboradores de wikipedia. Los mismos colaboradores dicen que la superstición es compartida con los japoneses.

Pero se necesitaron cuatro palabras, a pesar del mal augurio de los chinos y los japoneses, que seguro utilizarán más palabras para transmitir un mensaje. Respondí, casualmente, con cuatro palabras también: Me moviste la vida. No hay que creer en las casualidades, no existen.

Casi como una predicción, el cuatro viene rondando las frases más importantes de las conversaciones diarias. "No dejes de escribirme" le escribí hace un tiempo. No ha dejado, no hemos dejado. Y así, no puedo evitar pensar que "she is a keeper".

Hasta ahora, el cuatro nos ha traído fortuna.


sábado, 22 de diciembre de 2012

Sábado.

Hoy es sábado. Hoy escuché tu voz.

Hoy sentí el frío de la nostalgia tomarse el cielo azul que hace unas horas reinaba en Bogotá. 

Me siento en la misma mesa de Carulla en la que me senté hace poco más de dos meses cuando todo terminó. Salí de tu casa y al no saber a dónde ir llegué a Carulla y me senté a llorar, consternada y sin saber qué hacer, pensando que nunca estuve preparada para ese momento.

Y ¿quién está preparado? Nadie. ¿Quién puede estar preparado para que el mundo que ha construido con amor y dedicación se acabe?

Han pasado muchas noches desde entonces. Con esfuerzo he hecho el trabajo de dejarte ir. He cerrado capa tras capa de momentos, y ahora, aquí, en este sábado, sigo sin saber muy bien quién soy ni qué quedó.

Quisiera decir que ya lo logré, pero no soy triunfalista. Eso también nos lo ha enseñado el fútbol. Sábados como hoy me recuerdan que todavía me queda camino, pero también me recuerdan que estoy dispuesta a recorrerlo, a recorrer lo que falte recorrer.

No se muy bien quién es este cuerpo que te escribe. Dejar ir es irse un poco con eso. Uno deja ir gente y se deja ir un poquito. Se reconstruye, reconstruye sus cimientos, pero nunca vuelve a quedar completo. Talvez eso sólo ocurre con las personas que cambian un poco la vida, uno se entrega, y luego las deja ir con ese poquito que uno fue con ellas.

Yo te dejo ir y no puedo recordarnos. Ya no me acuerdo de lo feliz que era a tu lado. Ya no recuerdo qué era despertarme para verte dormir arrunchada a los gatos. Ya no recuerdo los olores de tu casa, la comida que comíamos, los sancochos de Saris. Ya no recuerdo cómo era mi vida. Y te dejo ir como la energía sale por nuestros poros.

Hoy fui a recoger mis cosas a tu casa. Al lado mio están en este momento lo que quedó de mi en tu casa. Una caja. Lo escribo en este espacio porque no quiero olvidar la sensación que ahora tengo. Los suspiros que salen de mi nariz al caminar en el sentido contrario a tu casa, de alguna forma el deseo de no volver a ese lugar, los recuerdos golpeando como terremoto en mi cabeza. Las lágrimas que recorren conmigo el Park Way y tu imagen saliendo de mi vida con ellas. Dejé nuestra historia en ese recorrido para no volver. Lo dejo en esa caja. Y si vuelvo a nuestra historia será solamente a hablar de ella, con lo poco que pueda recordar para ese momento.  Por ahora, solo tengo claro que no soy esa persona, pero no tengo claro cuál soy.

"Fuimos el viajero que no implora, que no reza, que no llora, que se echó a morir".