viernes, 9 de noviembre de 2012

Invisible

No somos nuestro pasado, y eso es todo. Se lo repetía constantemente mientras caminaba hacia el colegio. Trataba de borrarse las imágenes de la cabeza. Me contaba esto como una continuación de una historia en sí misma aterradora. No salía una lágrima de sus ojos, inexpresiva, mientras caminábamos por la 11 hacia Chapinero. Pensé que no debímos ver esa película, ahora ella me daba toda esta información de su vida y yo no sabía dónde "depositarla", dónde guardarla y menos qué hacer con ella. Traté de abrazarla, pero de manera sutil no se dejó. Decidí caminar a su lado, muy cerquita, hacerle sentir que estaba ahí, con ella, sin tocarla realmente.

Siento que no debí contarte esto, ahora tienes una suerte de trauma y dejarás de verme con los ojos que muestran tu amor hacia mí. Perdóname, perdóname por decirte todas estas cosas, por regar mi pasado en la carrera 11 como si se lo estuviera contando al viento. Por favor, no me mires diferente, no sientas por mi compasión o tristeza. Me cuesta mucho repetirme que no soy esa niña que era hace 15 años, que se sentía invisible, me he ganado un lugar en el mundo con este pasado que ahora tu sabes. Pero no lo sabes todo.

Avanzaron los años en el colegio, seguía siendo una estudiante ejemplar tratando de sacar las mejores notas y ganarme una beca. Nunca lo logré, siempre estuvo Camilo que hacía algo mejor que yo. El único año que había sido mejor estudiante que Camilo quitaron las becas, perdí de nuevo. Cambiamos de casa y ahora vivíamos en Galerias. Era un apartamento grande y la ventana de mi cuarto daba a la calle 51, era espacioso e iluminado. Mi hermano y yo hicimos el trato de cambiar de habitaciones cada año; el otro era pequeño y la ventana daba al patio, por lo que no tenía mucha luz. Cuando empecé a vivir en esa habitación encontré mi espacio, pequeño y oscuro.

Sólo me destacaba en el colegio por mis notas, me reconocían como una pequeña inquieta, curiosa e inteligente. Los profesores disfrutaban mis preguntas y yo disfrutaba aprender. Comía más libros que comida de verdad. No era una niña común y corriente. Tenía el pelo muy largo y odiaba la falda, me hacía sentir menos cómoda en mi cuerpo, me limitaba para jugar y correr. A pesar de lo que te conté ahora, siempre me rodeé de niños. Disfrutaba que no me vieran como una persona delicada, corría a su par, jugaba brusco y llegaba con el pantalón de la sudadera verde en las rodillas. Mi grupo de amigos confiaba en mi inteligencia; me dediqué muchos años a ayudarles a leer y a escribir, sin esperar nada a cambio. Luego todo cambió y entrando a los 13 años las hormonas les jugaban malas pasadas. Yo era la que sabía a quién le gustaba quién y sin tener nociones de relaciones les ayudaba a mandarles una carta o a escogerles una canción. Me sentía invisible para el mundo, para "el otro sexo".

Terminó séptimo y por mi buen desempeño propusieron ascenderme a un curso más avanzado. Fue la primera vez que recuerde que vi llorar a mi papá de la alegría. No lo hicieron porque yo ya era de las menores del curso en el que estaba, y subirme un curso significaba estudiar con personas 2 o 3 años mayores que yo. Así que entré a octavo, y al mismo curso entraron varios hombres que estaban repitiendo año. Eran alegres, montadores, se hacían los machos y básicamente no eran buenos para estudiar. No se en qué momento empecé a pasar tiempo con ellos. Eran 5 hombres y una chica que siempre me pareció un niño más, como yo. Y de nuestro lado eramos tres chicas, mis dos amigas eran muy diferentes a mi; se sentían bien siendo femeninas y encantadoras. Yo era más neutral, y trataba de montárselas como ellos a mi.

Con ellos empecé a volarme del colegio, empecé a tomar, me enseñaron a fumar; aunque aprendí casi al final del año, el resto del tiempo fingía que fumaba. Luego ellos empezaron a fumar marihuana y ya ahí yo no quise seguirlos. Me aguantaba sus turreras, los acompañaba, pero no era parte de la locura. 

No se cuándo empezó esto exactamente. Como verás, muchas imágenes se han borrado de mi cabeza, gracias a no se qué. Se que sólo fue ese año, porque casi lo pierdo, y para no perderlo salí de ese grupo, marginalmente. Ellos empezaron con una de las chicas, era la más voluptuosa, la más bonita, la más grande, la más femenina. No supe qué pasó con ella, había tardes donde no nos veíamos y yo iba a estudiar a mi casa. Luego, creo que siguieron con mi otra amiga; yo estaba blindada de alguna forma porque aunque no era un amigo más para ellos, sí tenía más de amigo que de amiga. Hasta que un día comenzaron conmigo. Fuimos a caminar al estadio y en la parte de atrás, escondidos, trataron, los 5, de acostarse conmigo. No los dejé llegar tan lejos, pero tampoco pude oponer resistencia. Cada uno me tenía de una extremidad y otro estaba encima mío. Se cambiaban de posición. Llegué a bañarme a mi casa. Recordé los años anteriores y de nuevo no supe qué hacer y menos qué decir. 

Se repitió en un par de fiestas y en un par de sitios. No sabía por qué seguía saliendo con ellos. Se enloquecían y le quemaban las piernas a mi amiga voluptuosa con los cigarrillos que prendían. Somos tan débiles, tan pequeños, que se juntan otros y nos hacen sentir chiquitos y despeciables, llegan a hacernos despreciar cada cosa buena que tenemos. Llegaba a bañarme por mucho tiempo a mi casa. Mi papá renegaba mi gasto de agua. 

Le volvió a ocurrir, y le ocurrió muchas veces. Muchas veces se sintió sucia, y también se sintió que quería que le volviera a pasar. Sentía que odiaba estar entre ellos, pero no pertenecía a ningún lugar diferente. Así, pensaba que merecía lo que le estaba pasando, y trataba de disfrutarlo, pero nunca pudo. Nunca pudo disfrutar nada. Volteamos por la 64 hacia la carrera 13 y vemos la iglesia Lourdes. Cambiamos de acera y ella se acerca a la iglesia, mira la cruz y suspira.

Muchas veces recé, muchas veces pedí que algo les pasara, algo superior que los hiciera entrar en razón. Muchas veces salí de las cobijas y me arrodillé, puse mis codos en la cama y recé para que dejara de ocurrir, para que se fueran o algo les pasara. O algo me pasara y todo terminara. Nunca ocurrió nada.

Se acabó el año y estaba a punto de perder dos materias. Un amiga me vio muy mal y se dedicó a enseñarme geometría, así que logré salvar esa materia. Para salvar periodismo me tocó ir a recuperación y hacer unos trabajos que no me costaron mucho. Mis papás se sentían descepcionados de su hija ejemplar. Yo me odiaba profundamente. Odiaba mi cuerpo, odiaba mi vida. 

Alguien llegó a mi vida ese año, y unos años después me la cambió completamente. Ya sabes quién es. Yo me sentía invisible y ella me notó. Entre la multitud del colegio me abrazó, me escribió, me pidió que me cuidara, sin saber qué estaba ocurriendo con mi vida. Sus papás notaron algo raro en mi, ¿cómo no?, y le ordenaron que se alejara. Fue un fin de año de mierda, sin ella, sin ninguna explicación y lidiando con el desastre que era yo. 

El siguiente año dejé a mis amigos, como a mitad de año solté a los 5, y empecé a pasar más tiempo con ella. Dejé de ser invisible para alguien, que se convirtió en mi apoyo y en mi sostén por los siguientes 9 años. Ya sabes quién es y lo que le dio a mi vida. Un año después de que me rescatara estaba absoluta y completamente enamorada de ella. Ella, la que me dio la vida, la que me notó, la que creyó en algo que estaba dentro de mi. El principito de este zorro. Gracias a ella dejé de ser invisible. Pero esa es otra historia que debe ser contada a profundidad.

Se sentó en las sillas de Lourdes y volvió a pedirme cigarros. Ya se habían acabado, así que fui a Cafam a comprar más. Cuando salí ella ya no estaba. Busqué desesperadamente su pelo castaño oscuro entre la poca gente de Lourdes, pero ya se había ido. La llamé al celular y estaba apagado. Me senté en la silla a pensar qué había pasado y encontré una nota que decía:

"Ya sabes mi pasado, sabes de las pesadillas que me atacan en las noches cuando me quiero fundir en tu abrazo y que no me sueltes jamás. Tu también notaste a esta persona invisible. Te enamoraste de mi risa y de mi forma de bailar, nadie se había enamorado por esas cosas de mi, o nadie me lo había dicho. Gracias, por siempre mil gracias."

Fui a buscarla días después a su apartamento, pero ella ya no estaba ahí. Fui a la casa de sus papás, que me pidieron que me alejara y luego podía buscarla de nuevo. Se perdió, ya no se dónde está y no se cómo encontrarla. Escribo su historia esperando que algún día regrese. No somos nuestro pasado, y eso es todo.

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