lunes, 22 de octubre de 2012

Errar

Uno no es perfecto. Todo el mundo sabe eso. Uno tiene sus errores, sus manías, va por la vida tratando de reconocer y aceptar lo que hace mal y profundizar aquello que hace bien. Hay gente testaruda que nunca reconoce lo que hace mal.

Es difícil reconocer que uno no hace las cosas bien. Es difícil aceptar los errores, es difícil cambiar. Cambiar, sólo cambiar, implica pensar, moverse, actuar, aprender, negociar, entender, tantas y tantas cosas que muchas veces no dependen de uno. Lo que más depende de uno, talvez lo más importante, es la voluntad. Esto podría parecer una entrada de autoayuda, pero no. Es sólo que para cambiar se necesitan muchas cosas, pero la principal es reconocer los errores y tener voluntad de cambiar la situación.

Esta canción de Drexler llegó a mi por las redes que no paran, y habla del tema en este corto párrafo:

«La gracia del imperfecto / la bendición del error / cada cual es quién es / por lo que hace de sus defectos / La bruma de los afectos / que gobierna el alma humana / nos libre de la tirana fiebre de perfeccionar / que a veces, sólo al errar / acierta uno en la diana».

Y sí, uno tiene que embarrarla para corregir. No siempre es el final, no todo está escrito. Este es un escrito para dignificar el error, para ponerlo en la posición que se merece. A veces sólo al errar, acierta uno en la diana. Afortunados aquellos que pueden resarcir el error, que pueden y queiren cambiar, que reconocen sus errores y hacen algo para mejorar.

Desafortunados aquellos que no lo hacen, o que logran reconocer pero ya no pueden reparar. Yo creo y confío en la gracia del imperfecto, y en mi voluntad de cambiar. Me he pasado la vida encontrado mis fallas, mis flaws, mirando para adelante y tratando de corregir el rumbo. Espero que esta vez logre hacerlo a tu lado.

jueves, 18 de octubre de 2012

Believe

No me acostumbro. No quiero acostumbrarme. Los gatos tampoco, y Don Luis ya me ha preguntado dos veces por ti. Me llaman las amigas, me hacen seguimiento, preguntan cómo voy, si dormí, si comí algo, si he podido trabajar. 

El tiempo pasa lento, y yo quiero que vuele. A veces logro estar tranquila, a veces la respiración no falla, a veces los pulmones se expanden y reciben agradecidos el volumen de aire que ingresa. 

Hoy no me quiero levantar. Miro estas paredes y te veo en cada espacio. Preparando un desayuno rápido y quemando las tortillas (que mal reaccioné ese día), dándole de comer a los gatos, mirando cosas en el portatil, cambiándote, la pijama en el baño lista para la ducha, al lado del closet, en la cama, arrunchada, friolenta, con tus ojos grandes apenas despegándose sin muchas ganas. Duermo en diagonal para ocupar el todo de esta pequeña cama, pero no soluciono nada.

No quiero acostumbrarme a esta vida sin ti. Me haces falta a cada momento. Podemos arreglar las cosas, podemos mejorar, believe.

martes, 16 de octubre de 2012

Las Ausencias

Pasé una mala noche. Las ganas de descansar la cabeza luchaban con los pensamientos recurrentes sobre la vida, sobre la muerte, sobre la ausencia, sobre el extrañar.  Como siempre, escribir hace que puedas sacar los pensamientos rondantes de la cabeza y dejarlos ahí, un rato, transitanto en la web.  Hace mucho no escribía, tengo toneladas de escritos mal empezados en este blog, escritos que después de mucho pulir verán la luz virtual. Por ahora, me concentraré en este antes de empezar a trabajar.

He perdido mucha gente importante en la vida. Unos se han muerto, físicamente han desaparecido de esta estratósfera y ahora andan por ahí, en los recuerdos, viven y respiran porque otros, -como yo- piensan en aquello que vivieron. Otra gente importante en la vida se ha ido por diferentes razones: todos cambiamos y no pudimos superar los cambios, se cometieron errores, hubo mentiras, hubo momentos tristes y la relación cambió. En esta noche de insomnio he recordado a mucha gente. 

Pero hoy, sobre todas esas ausencias, las cosas tristes y las personas que no están, siento tu ausencia. Tu cuerpo no retoza a mi lado, no siento tu respiración subir y bajar, la cama de ese lado está fría y vacía y yo doy vueltas tratando de sentir tu calor en la distancia. Se que tampoco puedes dormir, lo siento en mi alma. He recordado mil cosas, he escrito en estas horas de insomnio varias cartas plasmándote lo que siento. 

Lo siento. Siento mucho cada lágrima que brotó de tus ojos por mi, por nuestros problemas, por no saber qué hacer, por no saber cómo hablar. He repasado cada discusión, cada momento triste, cada vez que el estrés del día a día -que no supe manejar- te afectó, siento cada plan no llevado a cabo, cada noche de cansancio, cada minuto que sin ti y contigo que no te dediqué al 100%. He repensado todos esos momentos y he recordado cada sonrisa, cada juego, cada beso, cada todo. Mis células profesan un amor inmenso y sincero hacia ti, hacia tu dulzura, tu incondicionalidad, tu amor, tu forma de amar. 

Esta no es la carta que te escribí hace unos días. Eres una ausencia en este momento inmediato que no quiero que sea perpetua, que quiero que termine pronto para volver a tus risas y que todo este ejercicio valga la pena.