domingo, 10 de febrero de 2013

Aforar.

-Aforar-

1. tr. Dar o tomar a foro alguna heredad.
2. tr. Dar, otorgar fueros.
3. tr. Determinar la cantidad y valor de los géneros o mercancías que haya en algún lugar, generalmente a fin de establecer el pago de derechos.
4. tr. Medir la cantidad de agua que lleva una corriente en una unidad de tiempo.
5. tr. Calcular la capacidad de un receptáculo.
6. tr. Fís. Calibrar. (||ajustar las indicaciones de un instrumento de medida con los valores de una magnitud).
7. tr. Col. y Hond. Facturar.
8. intr. Dicho de una decoración teatral: Cubrir perfectamente los lados o partes del escenario que deben ocultarse al público.

La primera vez que escuché esa palabra estaba en primer semestre, laboratorio de Química básica con el profesor Jairo Sánchez. -Para la solución, adicionen 1ml de ácido acético y aforen con agua a 10ml- nos dijo. Aforen... ¿qué es aforar? preguntó algún valiente, porque Sánchez era temido en la carrera. -Pues, que cojan el matraz aforado, adicionen 1ml del ácido acético, y luego agua hasta el aforo, que queda en 10ml; ojo al final, porque ya saben que al adicionar el agua tienen que mirar de frente el material volumétrico, y el menisco debe coincidir con el aforo. Si se pasan, la concentración de la solución es diferente-.

Luego de ese primer encuentro con los materiales volumétricos, los meniscos y los aforos, ya nadie se atrevía a preguntar nada. De hecho, saber aforar, saber hacer una solución, eran habilidades que uno debía traer del colegio. Lo que no se traía del colegio, y se aprendió en cada uno de los más de 10 laboratorios, fue la precisión, disciplina y concentración que se necesita para aforar bien, y para que la incertidumbre del investigador no afecte los resultados obtenidos en algún experimento.


Pasan como 7 años después de esa experiencia aterradora con Jairo Sánchez en un laboratorio del tercer piso del Edificio de Química, y yo te aforo. Te aforo porque tengo dedos gordos que no escriben bien, pero también porque creo que nos estamos calibrando. Nada pasa sin alguna razón, y quiero creer que cada día calculamos la capacidad de lo que sentimos.

Te aforo.



sábado, 12 de enero de 2013

Palabras, palabras, palabras.

"Son, eso sí, el humilde reconocimiento de cuánta verdad hay en la conocida frase, Me faltan las palabras. Efectivamente, nos faltan las palabras. Se dice que en una de las lenguas habladas por los indígenas de américa del sur, tal vez en la amazonia, existen más de veinte expresiones, unas veintisiete, creo recordar, para designar el color verde. Comparado con la pobreza de nuestro vocabulario en esta materia, parecerá que sería fácil para ellos describir los bosques en que viven, en medio de todos esos verdes minuciosos y diferenciados, apenas separados por sutiles y casi inaprensibles matices. No sabemos si alguna vez lo intentaron y si se quedaron satisfechos con el resultado. Lo que sí sabemos es que un monocromatismo cualquiera, por ejemplo, para no ir más lejos, el aparente blanco absoluto de estas montañas, tampoco decide la cuestión, quizá porque haya más de veinte matices de blanco que el ojo no puede percibir, pero cuya existencia presiente. La verdad, si queremos aceptarla con toda su crudeza, es que, simplemente, no es posible describir un paisaje con palabras. O mejor, posible sí que es, pero no merece la pena"

El Viaje del Elefante-José Saramago

Nos faltan las palabras. Y sumamos cuatro de nuevo. Vamos a necesitar veintisiete o treinta maneras diferentes de decir "me encantas", o de tratar de explicar el movimiento energético que se produce al leernos y que baja por la espalda derecho hasta las piernas. Vamos a necesitar todo un nuevo diccionario de palabras y significados si seguimos tratando de describir qué y cómo lo sentimos, o qué tan felices estamos.  Es en sí mismo un sinsentido tratar de explicar con palabras por qué las mismas no alcanzan. Me faltan las palabras (4). Este diccionario como se conoce no me alcanza.

"Si el lenguaje es otra piel/toquémonos más/con lenguajes de deseo"