martes, 4 de diciembre de 2012

Descongestión.

No quiero saber nada de ti. No quiero saber si sigues con la persona que estás, si te sientes feliz, si te duele la cabeza, si terminaste bien el semestre. No quiero saber dónde vas a pasar vacaciones y si efectivamente te vas para México. No quiero saber a dónde te vas de rumba el día de las velitas, o cuándo te vas para Cali. No quiero saber nada de ti.

No quiero saber si me piensas o te hago falta, si en algún momento pensaste que esto podía terminar de otra manera. No quiero saber si te preocupas por mi, por mi familia. No quiero saber si te recuperaste, si tu rodilla sigue mal y cómo te irá en la feria de diciembre. No quiero saber nada de ti.

No quiero saber nada de mi tampoco. Llevo dos semanas con un taco emocional en el pecho. Una suerte de  escudo que mi corazón extendió para hacerme sentir mejor dentro de este último mes y medio de mierda. Y anoche, luego de presionarme un poco para no sentirme tan atorada, todo salió. La piedra, la impotencia. Saber que, a pesar de todas mis ganas por no saber de ti, estás regada en pedacitos por mi vida. Enterarme por diferentes lados de tus cosas, saberte tranquila, saberte mirando hacia adelante, saberte con dolor de cabeza. Saber que no estoy ahí contigo. No saber dónde esconderme de todo. Saber, tener claro que, a pesar de todo, ya no estamos en el mismo lugar.

Me descongestioné. Todos los días decido vivir esta vida que no tengo clara desde que no estás. Y hoy más que nunca, no quiero saber de ti, no quiero saber de ti porque me duele mucho no saberme ahí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario