lunes, 10 de diciembre de 2012

Mensajes

Escribo esto como si te estuviera escribiendo un mensaje. Sin embargo, las palabras no salen tan fácil como siempre. Me gustan las palabras; lo sabes. Sí, no alcanzan a describir los sentimientos, pero se acercan mucho y se sienten diferente a un beso, a un abrazo, calientan el alma y el corazón de maneras tampoco descriptibles. Tiemblo escribiendo esto, los dedos y  las manos sudan. Pero tampoco puedo dejar de hacerlo. Tengo ganas de gritarle al mundo cuánto quiero que pases muchas noches lindas a mi lado. ¿Egoista? sí, un poquito. Sigamos escribiéndonos. No dejemos de hacerlo. No dejemos de leernos, no dejemos que las angustias del día a día nos alejen de esa forma de calor. 

Decides en qué bus te irás para tu casa. Me dejas en la boca tu sabor a cigarrillo. Me dejas en los labios los rastros de tus besos que no quiero que terminen. Me dejas en las manos el olor de tu piel. Me dejas en los lentes una huella de tu nariz. Me das un beso y te despides, te llevas mi respiración contigo. Miro a la séptima y la huella de tu nariz me impide ver, trato de recuperar la respiración, y no me aguanto las ganas de escribirte de nuevo. Los gatos maullan al llegar a casa; les sirvo la comida, pongo música y me siento a pedirte que me devuelvas la respiración que te llevaste.

No dejes de escribirme.

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