sábado, 25 de junio de 2011

Un besito

¿No es suficientemente claro que no quiero que te vayas?, pensé que lo era. Me pediste un besito, y te lo di. Te los daría todos. Te los daría por horas, por días, probablemente tengas razón y no te dejaría salir de mi habitación. Si, claro que si, tenemos muchas opciones, claro que si, podemos no escoger, por ejemplo. Podemos dejarnos llevar, pero ya hemos avanzado lo suficiente como para dejarnos llevar así tan fácil. Ya nos dejamos llevar y mira dónde estamos.

Mira dónde nos ha llevado el no escoger y dejarnos llevar. ¿Te arrepientes? Yo no, no me arrepiento de haberte visto entrar por la puerta de un salón del segundo piso de Sociología. Al contrario, lo agradezco. Uno se pasa la vida buscando eso que lo mueva, como dijiste hoy, esa piedrita en el mar que sea diferente y hermosa, diferente y deslumbrante, y la encuentra, caminando un día por la universidad y no sabe qué hacer con ella. ¿Quién podría pensar que una piedrita podría traer tantas cosas lindas a la vida de uno?

No se ni por qué escribo esto, a veces ni se por qué siento que te busco, como busqué la luna el día del eclipse, infructuosamente. Pensemos entonces que yo soy la piedrita y tu eres la marea, que viene y que va, que sube y que baja. La marea que se mueve al son del viento y la luna. La marea que a veces sobrepasa a la piedrita y la mueve de su lugar, la marea que a veces está quieta, y pareciera que no determina a la piedrita. Qué bonito te sonó lo de la piedrita, tu cara conteniendo los sentimientos que desconozco y que no dejas salir.


Playa El Álamo, Colonia de Sacramento, Uruguay
Sí, te puedo decir que soy esa piedrita, y creerme el cuento. Te puedo decir que esta piedrita se quiere mover contigo, quiere verte quedarse a dormir, a cenar, quiere dejar de verte correr. Quiere decirte que se quiere ir contigo al Cocuy, y entrenar un mes antes para evitar la asfixia (no hay que ser geólogo para saber que las piedritas especiales también respiran). Quiere decirte que quiere verte para tu cumpleaños, y entregarte tal vez, un regalito. Quiere decirte que quiere irse de campamento y chupar frío a tu lado. La piedrita quiere muchas cosas, un besito, por ejemplo, o una caminada por el centro.


Pero la piedrita no sabe para dónde coger, menos si la marea desaparece. La piedrita necesita coordenadas y lugares donde la marea pueda estar. Los horarios habituales cambiarán en una semana, como cambia la marea cuando la luna pasa de llena a nueva, o de creciente a menguante, y no sabe muy bien qué hacer. Ya veremos qué le pasa a la piedrita que quiere bailar al ritmo de la marea.


¿Cómo te digo que me encantas de otra forma? ¿Cómo te digo que no te puedo prometer nada, ni puedo pensar de forma clara en un futuro contigo? ¿Cómo te digo entonces que me cuesta no expresar lo que siento se me sale por los poros cuando te veo?. Así de difícil como suena, no lo expreso. Probablemente si la marea se pierde, la piedrita y la marea seguirán viviendo bien, seguirán sus vidas. Y uno se pregunta entonces, ¿Y qué tal si no? Ahora te devuelvo la pregunta ¿y qué tal que si puedan bailar?

1 comentario:

  1. Déjate llevar por tu propia marea. Las piedras pueden dejarse mover, pero también necesitan aprender a andar. Anda, en tu dirección, a tu ritmo, tomando decisiones. Incluso no hacer nada es tomar la decisión de no hacer nada.
    Lo escrito es un exorcismo para la incerteza.

    Y responderé, aunque no sea quien deba: sí, podrán bailar, si ambas mareas lo desean.

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